PRAGA y el libro de los Cafés
Algunos de los mejores cafés de la capital checa han sobrevivido a los avatares del siglo XX hasta nuestros días. Conoce qué y quienes han hecho de ellos un lugar especial.
EL LIBRO LOS CAFÉS DE PRAGA Y SU MUNDO, publicado en la República Checa, recopila los cafés que se abrieron en esta ciudad durante la primera mitad del siglo XX y que hoy siguen al pie del cañón.
Seguramente el más conocido sea el Café Slavia, gracias a las hermosas vistas que ofrecen sus ventanales del castillo de Praga, al otro lado del río Moldava. El personaje más famoso que en ocasiones se acerca por aquí es el ex-presidente checo Václav Havel. Normalmente pide algún plato típico y lo acompaña, como no podía ser de otra manera, de un vasito de cerveza. Un inmenso cuadro pintado hacia el año 1900 domina el café. La pintura representa la fascinación de un bebedor por la absenta, bebida de alta graduación alcohólica muy de moda en aquella época e inspiración etílica de artistas bohemios.
No lejos de aquí se encuentra el Café Louvre, inaugurado en 1902 y frecuentado por Franz Kafka y por el mismísimo Albert Einstein, cliente habitual del local en los años 1911 y 1912, cuando residía en Praga. A diferencia del Slavia, donde la mitad de los clientes son extranjeros, el Louvre, a pesar de su nombre francés, es un café típicamente checo en el que la inmensa mayoría de la clientela es praguense.
Un poco más lejos del río está el Grand Café Orient, una cafetería sin par en el mundo porque se encuentra en un edificio cubista. Los checos pueden presumir de haber sido la única nación del planeta en aplicar dicho movimiento artístico a la arquitectura. Las lámparas del establecimiento son ejemplos típicos de este estilo. La apertura del local se remonta a 1912, aunque cerró diez años después cuando el cubismo se quedó pasado de moda. Volvió a abrir sus puertas a finales de los 90.
El Café Orient está en el casco antiguo de la ciudad, donde también se encuentra el Montmartre, otro establecimiento con nombre de inspiración francesa. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta cafetería era otro de los lugares favoritos de Kafka. La propietaria del Montmartre, Iva Nesvadbová, piensa que aunque Praga sea la capital de un país en el que el consumo de cerveza por persona es el más alto del mundo, los cafés también tienen su hueco en el mercado. “La gente de aquí bebe cerveza en los bares, y café o alguna bebida alcohólica en las cafeterías”, dijo a click.
De los cinco cafés citados, el Imperial, ubicado en la planta baja de un hotel, es el más alejado del centro. Lo más característico de este establecimiento es que se puede pedir una mesa en medio de la cocina y disfrutar de un festín de cinco platos mientras el cocinero prepara la comida de otros clientes.
El café se inspiró en una novela de humor checa de principios de los años 30 donde en un episodio la gente se arroja bollos a la cabeza. De esta manera, empezó a ofrecer a sus clientes la posibilidad de hacer lo mismo, proporcionándoles fuentes llenas de bollería. El precio eran dos mil coronas checas por persona (en aquella época, unos 60 euros). “Pero después de renovar el interior tuvimos que dejar de ofrecer ese servicio, ya que ahora somos un monumento protegido”, explica su director, Lukás Koubek. “De todas formas, seguimos sirviendo café con bollos”, añade para tranquilizarnos.
CAFÉ SLAVIA, Smetanovo nábreží 1012/2, www.cafeslavia.cz
Especialidad: café con absenta
CAFÉ LOUVRE, Národní 22, www.cafelouvre.cz
Especialidad: chocolate a la taza
GRAND CAFÉ ORIENT, Ovocný trh 19, www.grandcafeorient.cz
Especialidad: dulce de azúcar con ciruelas pasas
CAFÉ MONTMARTRE, Retêzová 7
Especialidad: vino de Moravia
CAFÉ IMPERIAL, Na Porící 15, www.cafeimperial.cz
Especialidad: foie gras brulée