Barrios de Barcelona que no parecen de la ciudad
A la ciudad de Barcelona siempre se le ha achacado su carácter moderno y abierto, pero también su carácter mestizo y por ser un cúmulo de distintos ambientes donde en cuestión de minutos pasas del mar a la montaña sin despeinarte y sin apenas cruzar la calle.
Efectivamente, esta ciudad es mucho más que Las Ramblas, Gaudí y la impecable organización del Eixample, y esconde entre sus calles auténticos rincones que te trasladan a otro ambiente lejos del exceso y el pulso de una metrópoli.
Sarriá: un pueblo cosmopolita
El barrio de Sarriá tiene todos los ingredientes para disfrutar de todos los servicios que ofrece una ciudad, combinado con las ventajas y la tranquilidad que ofrece un pueblo. Sarriá es simplemente perfecta para vivir y el lugar indicado para buscar residencias en Barcelona si quieres estudiar en esta ciudad, ya que no le faltan equipamientos para pasar los mejores años universitarios: desde bibliotecas, universidades y centros de estudio, hasta centros deportivos y zonas de ocio y relax.
Con la calle Major de Sarriá como eje principal y motor comercial de la zona, calle de gran encanto, acogedora (es totalmente peatonal en su primer y amplio tramo) y llena de servicios, al barrio de Sarriá no le faltan contrastes: si su zona sur nos transporta a un ambiente de pueblo elegante y monumental, la zona norte, la que encontramos tras cruzar la ronda de Dalt nos transporta a la Barcelona más rural.
Un ambiente verdoso y de montaña acompañan las calles de la parte norte de Sarriá, justo a los pies del Collserola y con la iglesia del Tibidabo, presente en toda Barcelona, que parece estar alcance de nuestras manos.
Y por si todo este verdor no nos fuera suficiente, jardines como los de Can Sentmenat o el parque del Castell de l’Oreneta nos transporta a los bosques mediterráneos más genuinos. Sin duda, todo un barrio digno de la mejor calidad de vida en Barcelona.
Sant Andreu: la Barcelona más sureña
Son muchos los andaluces que han dejado su enseña en Barcelona: desde Picasso hasta todos aquellos que en plena época franquista se trasladaron a esta acogedora ciudad en busca de trabajo y mejores condiciones, han querido y sabido reproducir ciertos aspectos de su cultura propia en Barcelona.
Si el mejor “tablao flamenco” está en Barcelona y la rumba catalana compite en palmas y “arte y salero” con los ritmos del sur, es gracias a que en Barcelona aún existe una potente comunidad andaluza que da forma a la vida barcelonesa, y su mejor representación la encontramos en el barrio de Sant Andreu.
Desde sus tonalidades blancas hasta sus plazas porticadas como la de Mercadal de Sant Andreu, o la acogedora Plaza Orfila (antigua sede del Ayuntamiento antes de su anexión a la ciudad de Barcelona en 1897), Sant Andreu de Palomar (tal como es su denominación oficial) ofrece todo un viaje idílico al ritmo de vida y la presencia del sur más característico. Y para vivirlo con mayor intensidad no dudéis en probar alguna de las tapas de sus bares: económicas y deliciosas.
El Carmel: personalidad propia
Otro barrio que rezuma ambiente sureño pero que no puede negar ser parte de Barcelona debido a albergar algunas de sus colinas más ilustres (y desde las que se domina toda la ciudad desde la cara norte) es el Carmel: un barrio altamente costumbrista donde parece haberse detenido el tiempo unas décadas atrás.
En este barrio no hay lugar para los grandes almacenes. Desde el Carmel todo se hace a pie de calle y encontramos en el Turó de la Rovira su más ilustre lugar: los bunkers del Carmel. Unos refugios antiaéreos que datan de la Guerra Civil convertido hoy día en un gran museo al aire libre de la memoria histórica y que ofrecen una de las vistas más singulares (y menos masificadas) de Barcelona.
Sin duda Barcelona es una ciudad moderna y cosmopolita, pero tiene en sus barrios, en sus raíces su razón de ser, razón por la que se preocupa esta ciudad mediterránea, ampliamente porque no caiga en el olvido.